• 08 febrero 2018

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    Expatriados FIIAPP: Manuel Marión

    “Kiev tiene mucho para ver, muchos atractivos. Es la gran desconocida de Europa”

    Manuel Marión en uno de sus viajes a Tanzania

    Conocemos Kiev (Ucrania) con Manuel Marión, subdirector del proyecto UE-ACT desplazado a la ciudad. Nos cuenta algunas anécdotas y su trabajo en el marco del proyecto financiado por la Comisión Europea y gestionado por la FIIAPP para mejorar la cooperación contra el tráfico de drogas y la delincuencia organizada.

     

     

    ¿Cómo ha sido tu adaptación al país? 

    Es fácil adaptarse a Kiev, una gran ciudad donde puedes encontrar de todo. Frente a mi casa encuentro jamón del bueno – y no es lo caro que podría uno imaginarse teniendo en cuenta que es un lujo importado – aceite de oliva y naranjas de España.

     

    Kiev tiene mucho para ver, muchos atractivos: ballet, teatro… es la gran desconocida de Europa. Y merecería la pena que se invirtiera en remozar algunos edificios antiguos con el mismo estilo que tienen las casas del centro de Viena, donde pasé viviendo diez años.

     

    Para mí es una ventaja hablar ruso, me puedo entender más o menos con la gente. Pues a pesar de la situación política y el fomento del uso del ucraniano, todos hablan ruso. La gente es cariñosa, aunque les cuesta mucho abrirse. La mayoría de los vecinos no te dicen ni buenos días cuando coincides en el ascensor, a menos que los conozcas de algo. Es la cultura de la desconfianza, deben pensar que los demás son espías o agentes del gobierno que quieren saber de su vida privada.

     

    ¿Qué ha sido lo que más te ha costado y lo que menos? 

    No ha sido el frío lo que más me ha costado. Tal vez entender la lógica que emplean para numerar los edificios y los portales. En una ocasión llevé a mi perro al veterinario y no encontraba la entrada porque estaba camuflada, hasta que vi un cartel pequeño que decía en ruso: “¡Sí, esto es la puerta!”.

     

    ¿Es tu primera experiencia fuera de España? 

    Llevo muchos años viviendo en diferentes países: El Salvador, Guatemala, Viena, Ucrania… con alternancias en España y períodos más cortos en los Balcanes. La primera experiencia exterior es la que te marca de manera significativa. La pobreza – a veces más miseria que pobreza – que había en El Salvador me impactó. Viví en una zona muy rural. Me asombraba ver a tantos niños y niñas andando a la lejana escuela por las mañanas, con unas camisas de un blanco inmaculado.

     

    En Guatemala estuve viviendo en la capital y allí lo que me preocupaba era la seguridad de mi familia. Había muchos secuestros, mucha gente “ultimada” como decían en las noticias cuando asesinaban a alguien.

     

    ¿Cómo es tu trabajo día a día? 

    Viajo mucho fuera de Ucrania, tanto a Asia Central, como a África o Europa. Alrededor de la mitad del mes lo paso fuera. Acudo a reuniones que se organizan en torno al problema de la droga, las que organizamos nosotros, en representación del proyecto… principalmente en cinco países: Kyrgyzstan, Georgia, Ucrania, Pakistán y Tanzania.

     

    En Kiev tenemos una oficina donde trabajo con otros dos expertos. Preparo informes, leo los que hacen nuestros expertos, apoyo sus actividades… Hablo todos los días gracias a Skype, WhatsApp o Viber con varios expertos y contrapartes que se encuentran en otros países y por supuesto con FIIAPP en Madrid. El correo electrónico es mi principal herramienta de trabajo y comunicación.

     

    Recientemente he pasado dos semanas en Tanzania, coordinando un equipo de expertos de varios países para evaluar su capacidad de investigar el creciente tráfico de drogas – principalmente heroína – que llega por mar desde Afganistán para luego venir a Europa, así como ver la política que aplican respecto al consumo de droga y los tratamientos a drogodependientes. Por cierto, allí hay una ONG española dedicándose a su rehabilitación.

     

    ¿Cómo es tu relación con la sede de Madrid? ¿Y con tus compañeros en Ucrania? 

    Cordial, sin problemas. Principalmente con María, la coordinadora de programa, que es con la que casi a diario me tengo que “pelear” – en connivencia – para superar juntos los requisitos burocráticos.

     

    Cada país tiene sus costumbres, y la verdad es que en Ucrania cuando pides una factura formal todos salen corriendo. No hay manera. Y a ver cómo le digo yo a María que necesito urgentemente proveerme de unos servicios o materiales pero que no me darán factura…

     

    En el equipo están Marta, Iván, David, y Mónica. Todos muy majos y eficientes tratando de ayudar. Tengo que mencionar también a Ana, y especialmente a Sara, una gran ayuda del departamento de personal. Con ambas trabajé hace más de diez años en otros proyectos de la FIIAPP. Tampoco me olvido de Charo, del departamento de comunicación de la FIIAPP.

     

    ¿Cómo valoras tu experiencia de trabajar como expatriado de la FIIAPP en Ucrania? 

    Es una oportunidad única. Debido a mis frecuentes viajes no paso mucho tiempo en Kiev, y me gustaría para poder conocer más su cultura, sus bonitos rincones, museos, teatros y sus alrededores. Kiev me permite practicar ruso, que llevaba estudiando diez años. Con el proyecto viajo a muchos países de habla rusa y siento una gran satisfacción al poderme comunicar en su idioma. Ucrania es un país que formó parte de la Unión Soviética y tienen todavía mucha influencia de aquellos tiempos, son culturas que hay que vivir para conocer bien.

     

    ¿Alguna experiencia o anécdota que resaltar de tu llegada al país? 

    Me llamó mucho la atención cuando llegué ver a abuelos y abuelas trabajando. La gente mayor, los retirados, tienen unas pensiones ridículas y no les da para vivir. Tienen que seguir trabajando como sea, hasta que no pueden más por su edad: venden frutas, vegetales… con tal de volver a casa con unas pocas grivnas de ganancia.

     

    En las estaciones de metro hay al final de las escaleras unas abuelas “vigilando” que todo vaya bien. Las porteras suelen ser abuelas, de 70 o más años.  Y no veas tú como cumplen su cometido… Las porteras de mi edificio – se turnan cuatro y están día y noche – me sometieron a un interrogatorio para ver quién era.

     

    También me llamó la atención que la gente es por regla general muy reservada y aparentemente triste. Aunque – puede ser contradictorio – les gusta como a nosotros la juerga y hay mucha vida nocturna, claro que no hasta tan tarde como en Madrid. Yo soy “salsero”, me gusta mucho bailar salsa, y hay pocas ciudades donde haya tantos locales con música caribeña y gente para bailar.

  • 25 enero 2018

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    “El proyecto implicaba un cambio en la forma de trabajar de la sanidad tunecina que se ha conseguido”

    Carlos Armendariz nos habla de su experiencia en el proyecto de hermanamiento sobre la gestión de hospitales en el país

    Carlos Armendariz durante la entrevista en Túnez

    El proyecto de refuerzo de la gestión hospitalaria en Túnez, financiado por la Comisión Europea y gestionado por la FIIAPP, tiene como objetivo principal implantar un sistema de información médico-económico en los hospitales tunecinos. Es decir, mejorar la organización de los archivos e historiales médicos para ayudar a reducir costes en el sector.

     

    Carlos Armendariz es Director Médico en el Servicio de Salud de Castilla-La Mancha (SESCAM) y ha trabajado como jefe de este proyecto de hermanamiento de la Unión Europea junto a expertos tunecinos.

     

    En los seis años que lleva en marcha el proyecto, ¿cuánto se ha avanzado?

    Cuando nosotros vinimos a hacer el proyecto, el objetivo era la implantación de un sistema de información médico-económico en dieciséis hospitales. Para ello, lo primero que hay que hacer es dar un paso que aquí no existía: unificar la historia clínica. Las historias estaban dispersas de manera que, si ibas a siete servicios diferentes a lo largo de un año, ibas teniendo una historia clínica en cada uno de ellos. Una forma de trabajar absolutamente antigua.

     

    ¿Qué supone que los pacientes tengan una única historia clínica?

    Cuando unificas una historia clínica, todo son ventajas. Cada uno de los especialistas que lo ha visto hace sus anotaciones, sus diagnósticos, sus tratamientos, y el siguiente profesional que va a verlo sabe qué le ha pasado antes. Por tanto, la idea de conjunto que va a tener cualquier médico que lo vea es siempre fundamental.

     

    ¿Qué más se ha puesto en práctica?

    También era importante la sensibilización y mentalización de los profesionales para la realización de informes de alta, que no se hacían en casi ningún hospital. El informe de alta no es que sea beneficioso, es que es un derecho del paciente. Ha sido un trabajo difícil porque no había costumbre o hábito de hacerlos.

     

    ¿Y cuál es el siguiente paso?

    Los tunecinos que están implicados en el proyecto junto con los expertos españoles definieron un Conjunto Mínimo de Datos (CMBD) para Túnez. Esto es una recogida de datos de cada proceso de hospitalización que permiten después analizar la actividad del hospital.  Es decir, puedes saber cuántos enfermos has visto a lo largo de un año con neumonía, o qué tipos de neumonía has visto, o cuántas operaciones has hecho de apendicitis…

     

    ¿Cómo se analiza?

    Codificándolo. La codificación permite obtener información más refinada: saber qué tipos de enfermedades, de procedimientos o de técnicas hemos realizado en el hospital. Partos, intervenciones quirúrgicas, cateterismos cardíacos, infecciones por este o por aquel germen… Todo tiene siempre un código.

     

    ¿Se ha conseguido todo lo que estaba previsto?

    El proyecto implicaba un cambio en la forma de trabajar de la sanidad tunecina que yo creo que se ha conseguido pero que ha quedado un poco cojo. En el sentido de que, en un proyecto de esta envergadura, el cambio es necesario que se acompañe de normas de obligado cumplimiento. En España está muy regulado cómo debe funcionar un archivo, el tiempo que hay que guardar las historias clínicas, qué documentos deben contener… Y se ha hecho, pero no hay una normativa de ámbito nacional que exija que las cosas se hagan.

     

    Por lo demás, yo creo que sí se han conseguido muchas cosas. Hemos captado muchos seguidores en los hospitales, gente que al principio era muy reticente y, cuando han ido viendo los beneficios o las ventajas de trabajar así, han sido socios incondicionales. Y como son los que mejor reconocen y conocen sus ventajas y sus inconvenientes, son sus mejores defensores. Sin esas personas tampoco el proyecto hubiera podido marchar.

     

    ¿Cómo ha encontrado Túnez a nivel personal?

    Túnez me recordó mucho al Madrid de finales de los años 60, cuando yo era pequeño. Barrios obreros como los de la periferia de Túnez: casas de dos o tres pisos en barrios desbaratados con las calles sin asfaltar. Por lo demás, es un país mediterráneo con una sensibilidad parecida a la nuestra en algunas cosas.

     

    ¿Y respecto a la sanidad?

    Algo parecido. Hay hospitales viejos con estructuras viejas en el que los pacientes no están como en nuestro país, con habitaciones de una o dos personas. Pero en el Clínico de Madrid, cuando yo era estudiante de Medicina había habitaciones con ocho enfermos. Creo que la sanidad como cualquier otro servicio se va adaptando a los recursos que pone a su disposición la sociedad.

     

    Los médicos tienen buena formación en general. Tienen carencia de medios y tecnología, probablemente, pero no creo que la sanidad aquí sea mala. Me parece que puede mejorar, pero los conocimientos y el saber qué hacer lo tienen claro. Los resultados pueden ser tan buenos seguramente como en cualquier otro sitio.

  • 18 enero 2018

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    “Nuestros derechos cuestan dinero”

    Antanas Mockus, ex alcalde de Bogotá (Colombia), nos habla de la importancia de la educación fiscal para que la ciudadanía vea los impuestos como una contribución a los objetivos comunes

    Antanas Mockus en una conferencia

    Cuando se cumple un año de la firma de los Acuerdos de Paz de Colombia, entrevistamos en Bogotá al ex alcalde de la ciudad, el profesor Antanas Mockus. Gran defensor del proceso de conciliación nacional y un referente en el cambio de comportamientos colectivos mediante la educación. Entre ellos, los referidos al pago de impuestos.

     

    Durante sus mandatos en la alcaldía, Bogotá experimentó una transformación de su cultura fiscal, al apreciar los ciudadanos una reciprocidad entre los tributos y la mejora de los servicios públicos, generándose de ese modo sentimientos de corresponsabilidad en la financiación del desarrollo basados en la convicción, y no en el temor a la sanción. ‘Todos pagan’ y ‘Recurso público, recurso sagrado’ fueron algunos de los lemas acuñados por Mockus, quien además promovió una campaña denominada ‘110 por ciento con Bogotá’, a través de la cual se solicitaba añadir voluntariamente un 10 por ciento extra a los impuestos, pero dando la oportunidad de decidir el proyecto al que se destinaría dicha cantidad.

     

    ¿Qué papel cumple la fiscalidad en el pos conflicto colombiano?

    El proceso de paz que está viviendo Colombia tiene muchos aspectos; uno de ellos es lograr que no se utilice la fuerza de las armas para impulsar transformaciones. El Estado debe llegar al territorio de manera mucho más densa, pero también la ciudadanía tiene que aportar de su lado. Los ciudadanos tienen que aprender a comprender cómo funciona el Estado, cómo el Estado reasigna recursos para fines normalmente más nobles que el gasto de un privado; no tendría sentido cobrar impuestos para hacer cosas menos buenas.

     

    El Estado social de derecho que estableció la Constitución de 1991 de Colombia prevé que uno de los deberes del ciudadano es tributar. Ahora bien, ese deber está asociado con el deber del Estado de cumplir en la protección de sus derechos. Pero los derechos cuestan. Hay un libro de un académico estadounidense Stepehen Holmes, que lleva por título ‘El coste de los derechos’, y que pone de manifiesto que no se puede asegurar un derecho y no tener alguna inversión de recursos en defensa de ese derecho.

     

    Colombia está en deuda en términos de desigualdad socioeconómica y los tributos deben ser entendidos como parte de las herramientas que tenemos para nivelar y generar más igualdad. Esperemos que la gente de las FARC y del ELN, si se suma al proceso de paz, participen en este proceso pedagógico, entendiendo la enorme importancia de los mecanismos de redistribución. Hay que pasar por el sistema tributario, es lo único que existe en un régimen democrático para redistribuir. La redistribución debe ser comprendida no solo como una forma de repartir los recursos, sino como fundamento de las relaciones humanas. Los recursos públicos son recursos sagrados.

     

    ¿Cómo se puede transformar la cultura tributaria de un país?

    Conozco una anécdota de un colombiano que está estudiando y trabajando en los Estados Unidos. Va y le cuenta a un amigo estadounidense en un desayuno: “Anoche encontré una manera de reducir la carga tributaria”, y le explica el truco. Y el estadounidense le dice: “Le doy 24 horas para que usted corrija ese truco o, si no, yo le denuncio”.

     

    La cultura mafiosa está asociada a la ley del silencio. En la cultura mafiosa, la norma social es no solo no cumplir la norma legal, sino que incumplir la norma legal se vuelve parte de las obligaciones.

     

    Durante un tiempo, yo pensaba que la corrupción era un acto al cual era muy fácil resistirse, simplemente diciendo que no, pero luego conocí a alcaldes que han sido amenazados por no colaborar con los delincuentes. Entonces, la combinación de la ley del silencio con la utilización de la violencia contra el que no se deja corromper genera una enfermedad un poco más difícil de atender, pero que es más urgente curar.

     

    Cuando uno compra en Colombia un bote de pintura en la ferretería, es todavía frecuente que te pregunten sin IVA o con IVA, sin recibo o con recibo, con la oferta implícita o explícita de no pagar el impuesto a las ventas.

     

    Influye decisivamente la actitud de los ciudadanos hacia los impuestos…

    La corriente de la economía conductual ha estudiado que el ser humano es muy averso a las pérdidas. Si usted pierde 10 euros y se encuentra 10 euros, usted no queda en paz, queda claramente en pérdida desde el punto de vista psicológico; usted necesitaría encontrarse 27 euros. A las pérdidas se les aplica una lupa. Si usted ve los impuestos como pérdida, sufre desproporcionadamente; pero es diferente si los ve como una contribución, como hacer una vaca, como decimos en Colombia, -en Perú es chanchito, en México es coperacha (poner un bote en España)-, distintos nombres para un mecanismo que es el de poner recursos en común para lograr objetivos comunes.

     

    Bogotá logró que la gente tuviera una actitud más positiva para el pago de los impuestos. También hemos trabajado con el Ministerio de Salud mostrando que, además de los impuestos, hay otros esquemas redistributivos. En el modelo de salud de Colombia, las clases más poderosas económicamente contribuyen más que proporcionalmente a la salud y esto es un mecanismo claro de redistribución, porque gente de muy distinta situación económica recibe atención médica similar. Tener las mismas garantías es otra expresión del Estado social de derecho.

     

    Mi experiencia es que, si la gente comprende para qué son los tributos, si comprende cómo funcionan las tarifas para los distintos grupos de ciudadanos, la gente puede entender lo importantes que son los impuestos. La buena administración de los mismos es, en parte, el secreto del desarrollo del país.

     

    ¿Qué opinión le merece el trabajo que promueve el programa EUROsociAL + en las universidades con los Núcleos de Apoyo Contable y Fiscal (NAF)?

     

    Lo que se está promoviendo con los consultorios tributarios en las universidades es un paso muy importante. La figura del contable como el que asesora la evasión o la elusión cede el paso a una cultura del asesor tributario que le explica al ciudadano la razón de ser de las normas y se vuelve así un educador.

     

     

    Borja Díaz Rivillas, Técnico Sénior en Gobernanza Democrática del Programa EUROsociAL+.

  • 22 diciembre 2017

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    Expatriados FIIAPP: Azucena Martínez

    “Es el país más lejano en el que he estado y también la experiencia que, para mí, ha supuesto el mayor reto profesional hasta el momento”

    Azucena Martínez en su oficina en Myanmar

    Esta vez aterrizamos en Myanmar para conocer de la mano de Azucena Martínez cómo se está desarrollando el proyecto MYPOL para el apoyo a la reforma de la Policía, financiado por la Comisión Europea y gestionado por la FIIAPP. Azucena es la coordinadora y aprovecha para contarnos su propia experiencia en el país.

     

    ¿Cómo ha sido tu adaptación al país?

    Cuando llegué a Myanmar hace casi un año pensé que la adaptación sería mucho más complicada, siendo un país culturalmente tan alejado de España, Europa o Iberoamérica. Sin embargo, la gente en Myanmar es especialmente acogedora, generosa y honrada. Siendo extranjera en Myanmar nunca me he sentido insegura, cualquier persona de la calle está dispuesta a ayudarte sin esperar nada a cambio.

    La principal barrera aquí­ es el idioma. Aunque Myanmar fue antigua colonia inglesa, el uso del inglés no está tan extendido entre la población local. Lo que desemboca, por otro lado, en situaciones muy graciosas al intentar entenderte con los taxistas, en comercios, etc. De todas formas, espero que mis clases de birmano me ayuden a paliar estos «pequeños» problemas de comunicación.

     

    ¿Qué ha sido lo que más te ha costado y lo que menos?

    Sencillo no ha sido nada, pero si tuviera que resaltar algo sería la relativa facilidad con la que he conseguido encontrar vivienda. En este tiempo, he vivido tanto en la capital administrativa, Naypyitaw, como en la antigua capital y centro económico del país que es Yangon. En ambos sitios la cuestión de la vivienda es bastante problemática. A veces, el alquiler de un apartamento aquí se puede equipar al precio de un apartamento en Manhattan, por descabellado que esto pueda parecer.

    Y lo que más cuesta siempre que estás fuera de tu paí­s es renunciar a tu entorno más cercano: a tu familia, a tus amigos, a tu tendero de confianza en el Mercado de Maravillas… Pero al final todo es cuestión de volver de vez en cuando a España, retomar fuerzas y aprovechar las oportunidades que te brinda el país en el que estás destinado que, en este caso, son muchas.

     

    ¿Es tu primera experiencia fuera de España?

    No, ya había estado viviendo fuera de España antes. Pero sí que es el país más lejano en el que he estado y también la experiencia que, para mí­, ha supuesto el mayor reto profesional hasta el momento, tanto por la envergadura del proyecto como por la situación por la que pasa el paí­s.

     

    ¿Cómo es tu trabajo y tu dí­a a día?

    Yo trabajo ahora en la oficina que el proyecto MYPOL tiene en Yangon. Somos un total de 15 personas, de las cuales 5 somos personal expatriado procedente de distintos paí­ses de la Unión Europea, y el resto es personal local contratado para nuestro proyecto. También tenemos otra oficina en Naypyitaw con otras 6 personas. De ahí­ que gran parte de mi labor sea de coordinación. Por un lado, de mi oficina y, por otra, entre ambos equipos.

    Desde la oficina de Naypyitaw se tiene un contacto más diario con nuestra principal institución beneficiaria en el país e interlocutor: la Policí­a de Myanmar. Y simultáneamente se llevan a cabo en Yangon otras actividades de formación, seminarios, reuniones de seguimiento con el financiador del proyecto: la Delegación de la Unión Europea en Myanmar. Siempre faltan horas para poder atender a todo lo que requiere un proyecto de estas características.

     

    ¿Cómo es tu relación con la sede de Madrid? 

    Mi relación con la sede no puede ser mejor. Constituyen un pilar fundamental para mi trabajo: el poder estar coordinada, casi en tiempo real, teniendo en cuenta las 5 horas y media de diferencia horaria, con el equipo de sede es muy importante. A pesar de la distancia y las dificultades, no falta nunca ni voluntad, ni profesionalidad, ni horas de trabajo, para que todo salga adelante.

     

    ¿Y con tus compañeros en Myanmar?

    Con mis compañeros en Myanmar, tanto con el personal expatriado como con los compañeros de nacionalidad birmana, la relación es muy cercana. Tenemos perfiles profesionales muy variados (policías, periodistas, sociólogos, intérpretes, politólogos…) y venimos de diversas organizaciones, países y formas de trabajar; lo cual hace que resulte de lo más enriquecedor.

     

    ¿Cómo valoras la experiencia de trabajar como expatriada de la FIIAPP en Myanmar?

    La experiencia está siendo muy positiva. No voy a negar que los inicios siempre son complicados: sentar las bases de trabajo con las autoridades locales, establecer redes de trabajo con otras organizaciones que también colaboran en el proceso de reforma… establecer la estructura humana y logí­stica básica para operar en el paí­s. Todo eso ha sido gran parte del trabajo durante este año y ha supuesto muchos desafíos, pero a la vez te reporta mucha satisfacción el pensar que cuando llegamos no había nada y todo lo conseguido es producto del trabajo.

     

    ¿Alguna experiencia o anécdota que resaltar de tu llegada al país? 

    El tema de los nombres en general es un lío. Mi nombre, Azucena, ya resulta de por sí­ complicado fuera de España y aquí no identifican si es un nombre de mujer o de hombre. La pronunciación les resulta bastante difí­cil, pero es que a mí­ me pasa igual con sus nombres. En Myanmar no poseen propiamente apellidos, tampoco existe una norma homogénea para poner nombre a una persona: puede ser una palabra, dos, tres, cinco… que responden a distintas cosas: desde sus ascendientes o el dí­a de la semana en el que nacieron hasta la etnia a la que pertenezcan.

    Es toda una aventura el saber cómo debes llamar a una persona aquí­. Y por si fuera poco hay gran cantidad de nombres que se repiten muchísimo. De hecho, hay muchas personas que, conociendo esta dificultad entre los extranjeros, optan por utilizar un apodo o simplemente te indican cuál de esas distintas palabras que componen su nombre puedes utilizar como «nombre principal».

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  • 23 noviembre 2017

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    “La FIIAPP ha sido un compañero de viaje sólido y solvente”

    Mariano Simancas, Comisario Principal y Jefe de la División de Cooperación Internacional en la Policía Nacional, nos habla de retos, resultados y proyectos en los que trabaja el cuerpo en esta materia, en colaboración con la FIIAPP

    AMERIPOL es uno de los proyectos destacados por Simancas

    Garantizar la seguridad es uno de los retos más importantes a nivel internacional, ¿cuáles son a su juicio los temas o áreas más relevantes para la Policía en cooperación internacional?

    España mantiene su interés por luchar contra cualquier forma de terrorismo, delincuencia organizada o inmigración ilegal, así como contra los delitos relacionados: trata de seres humanos, falsificación documental o blanqueo de capitales. Pero es igualmente preciso destacar que formamos parte de la Unión Europea y es la Agencia de Policía Europea (EUROPOL) la que, tras recibir las aportaciones de los Estados Miembros, establece cuáles son las prioridades a través de sus informes: SOCTA y TE-SAT, claves a la hora de establecer las polí­ticas nacionales.

    Por otra parte, el avance del terrorismo yihadista ha supuesto un cambio sustancial en las dinámicas de trabajo en lo que a cooperación internacional se refiere y la transformación de los procedimientos de colaboración.

    ¿Dónde cree que hacen más falta proyectos en los que participe la Policí­a? ¿En qué áreas y en qué países?

    Siguiendo la línea trazada, en la actualidad va a ser interesante participar en cualquier proyecto de cooperación que luche contra el terrorismo, la inmigración ilegal, la delincuencia organizada y sus delitos conexos. Ahora mismo la región clave, por la que pasan gran parte de estos fenómenos, es África. Sin olvidarnos de lo ya trabajado en la zona de Iberoamérica, donde se han podido llevar a cabo varios proyectos de éxito.

     

    ¿Cuáles son los retos de la cooperación policial internacional?

    Tras el Tratado de Lisboa, se introdujo una perspectiva interesante: el «enfoque integrado», según el cual los trabajos o iniciativas de la UE ya no se constituyen de manera estanca y por pilares, sino que implican diferentes trabajos transversales y sinergias entre distintos actores.

     

    Este enfoque obliga a que, en cuestiones policiales o judiciales, se observen otras perspectivas como la social o la educativa, que van a consolidar la estabilidad deseada pero que nos obliga a trabajar solidariamente con diferentes instancias.

     

    ¿Puede destacar algún proyecto de cooperación internacional en el que hayan trabajado por sus resultados y repercusión?

    Estamos muy satisfechos de la participación de la Policía Nacional en muchos proyectos, lo que indica una colaboración excelente con FIIAPP, pero resaltaría los trabajos de AMERIPOL. Lo que inicialmente comenzó como una experiencia en la que la UE auspició un proyecto dedicado al intercambio de datos en materia de tráfico de drogas, ha ido creciendo con el apoyo de diferentes países de Iberoamérica, con el desarrollo de las Unidades Nacionales de Ameripol, así­ como del uso del SIPA (Sistema de Intercambio de Información Policial para AMERIPOL). Esperamos un mayor desarrollo, crece siguiendo una evolución parecida a la de EUROPOL.

     

    Actualmente la Policía está trabajando frente a desafíos de diversa í­ndole, como aquellos que afectan al medio ambiente. ¿Cómo valora los proyectos que tratan las amenazas químicas y biológicas NRBQ?

    La Unión Europea muestra cada vez más interés por los delitos medioambientales: los tráficos ilícitos, las talas ilegales, los incendios provocados o los vertidos ilí­citos. En este marco europeo, ha comenzado la octava ronda de evaluaciones mutuas que valorará hasta qué punto la legislación comunitaria y las medidas tomadas por los diferentes Estados Miembros son suficientes para lidiar con las cuestiones relacionadas con los tráficos ilícitos, estableciendo las correspondientes recomendaciones.

     

    Otra de las amenazas contra la que trabajan los técnicos de la Policía es el tráfico de drogas y el crimen organizado, ¿cuáles son los principales avances que puede destacar en esta materia gracias a los proyectos de cooperación internacional?

    La Policía Nacional ha venido trabajando los grupos y organizaciones de delincuencia de manera intensa durante muchos años, lo que nos ha permitido conocer perfectamente su evolución hacia modelos especializados en ingeniería financiera y con movimientos precisos en la red a través de las nuevas tecnologías. Obviamente estas nuevas circunstancias mediatizan el trabajo policial y lo hacen mucho más especí­fico, más especializado, de ahí­ que sea en esta lí­nea donde nos estamos moviendo últimamente.

     

    El tráfico de armas y personas son también fenómenos globales, ¿cuáles son los principales desafíos al respecto a nivel policial?

    Tanto una actividad delictiva como la otra cuentan con el apoyo político de las más altas instancias de la Unión Europea y de la Dirección General de la Policí­a española.

     

    El tráfico de armas se ha desarrollado dentro del llamado Ciclo de Polí­tica Criminal como un Plan de Acción Operativo que se desarrollará durante los años 2018 y 2019. España ha liderado esta iniciativa obteniendo unos resultados extraordinarios. Como la Operación PORTU realizada a principios de año en la provincia de Vizcaya, en la que se incautó más de ocho mil armas de guerra listas para la venta a terroristas y grupos organizados.

     

    En cuanto al tráfico y la trata de personas, se ha marcado como objetivo estratégico minimizar los perjuicios que esta lacra social ocasiona. Desde las campañas publicitarias, como la lanzada hace unos años «Con la trata no hay trato», así­ como la especial dedicación a la desarticulación de las organizaciones dedicadas a este fenómeno, en el que el componente de la cooperación internacional es clave. Puedo afirmar que constituye una de las grandes prioridades en el ámbito policial.

     

    La Policía lleva trabajando con la FIIAPP casi veinte años ¿Cómo valora el trabajo de la FIIAPP en estos temas, así como la colaboración entre ambas instituciones alrededor del mundo?

    Únicamente puedo mostrar mi satisfacción. La colaboración entre la FIIAAP y la Policía Nacional se ha venido gestionando de manera eficaz desde hace muchos años. Fruto de esa cooperación ha sido la ejecución de numerosos proyectos: desde los hermanamientos para los países candidatos a adherirse a la UE hasta la gestión de los programas del Fondo de Seguridad Interior o, más recientemente, el Fondo Fiduciario que destina una importante cantidad de dinero a los proyectos vinculados con el área de inmigración ilegal, fundamentalmente en África. En todos estos casos, la FIIAPP ha sido un compañero de viaje sólido y solvente.

     

    Soy plenamente consciente de que la gestión de fondos no es una tarea fácil y, en este caso, la Fundación nos brinda el apoyo necesario para sacar adelante todas las iniciativas de cooperación internacional que nos interesan. Esperamos poder contar con este apoyo en los años venideros y afianzar esta relación de confianza mutua que nos permite avanzar en la especialización y mejor servicio de la Policía Nacional.

  • 27 octubre 2017

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    Expatriados FIIAPP: Santiago Santos Benitez

    "La ciudad de La Paz se encuentra a unos 3.600 metros de altura lo que supone un hándicap inicial en el proceso de adaptación"

    Santiago Santos en una de las actividades del proyecto en Bolivia

    Ponemos la atención en el trabajo en terreno y nos acercamos a Bolivia de la mano de Santiago Santos Benitez, coordinador técnico del proyecto Apoyo europeo a las fuerzas especiales de lucha contra la droga de Bolivia en la aplicación de la ley.

    ¿Cómo ha sido tu adaptación al país?

    Bueno, realmente ya había trabajado en Bolivia hace 15 años. Estuve durante 2 años en el norte del país, concretamente en Riberalta, Departamento del Beni. Conocía bastante bien Bolivia y ya había estado varias veces en la Paz.

     

    La ciudad de La Paz se encuentra a unos 3.600 metros de altura lo que supone un hándicap inicial en el proceso de adaptación. Independientemente de si ya has vivido o no en esta ciudad debes de aclimatarte cada vez que vuelves a la misma. En cuanto a otro tipo de cuestiones hay que señalar que los bolivianos/as son personas muy educadas y amables por lo que la adaptación a la sociedad boliviana es muy fácil. Su cultura, sus formas de trabajar, en fin, tenemos muchas similitudes que facilitan este proceso.

     

    La Paz es una ciudad situada en el valle de Chuquiago Marka por lo que se encuentra “protegida” por cadenas montañosas. Esto de alguna manera oprime a la ciudad y la delimita en su crecimiento. Esta característica ha hecho que su crecimiento urbanístico haya sido muy desordenado, creando una ciudad dibujada dentro del caos. Uno paseando por La Paz encuentra multitud de calles, de construcciones históricas con grandes rascacielos. Al principio puede parecer agobiante de alguna manera, sin embargo, con el paso del tiempo este caos da paso a un encanto especial que tiene la ciudad.

     

    ¿Qué ha sido lo que más te ha costado y lo que menos?

    Personalmente, y esto no es siempre así a todas las personas, ha sido la adaptación a la altura lo que me ha supuesto un mayor hándicap. La Paz, rodeada de grandes montañas, está constantemente dividida por escarpadas calles lo que al principio se ve con cierto desánimo.

     

    Lo más fácil digamos que es adaptarse al país en sí porque tenemos muchas similitudes entre nuestra cultura española y la cultura boliviana. El hablar el mismo idioma facilita también mucho la adaptación.

     

    ¿Es tu primera experiencia fuera de España?

    Llevo casi 15 años trabajando fuera de España. Mi primer destino fue en Bolivia en el año 2003. He trabajado principalmente en África oriental en países como Etiopia, Somalia, Mozambique, Kenya, Tanzania. También he trabajado en Asia, concretamente en India y Nepal.

     

    ¿Cómo es tu trabajo y tu día a día?

    Nosotros intentamos desde el primer momento vincular a las instituciones socias en el día a día del proyecto. Trabajamos en las oficinas de nuestro socio local boliviano que es la Secretaría de Coordinación del CONALTID (Consejo Plurinacional de Lucha contra el Tráfico Ilícito de Drogas) y mantenemos una relación de colaboración y coordinación de todas las actividades que realizamos dentro de este proyecto. Además, trabajamos con otras múltiples instituciones bolivianas, tanto públicas como privadas. Aunque hacemos gran parte de nuestro trabajo en la oficina, lo que fomenta las relaciones de coordinación con el socio local estamos constantemente viajando a otros departamentos ya que el proyecto es a nivel nacional. Además de llevar a cabo las funciones de mi puesto como Coordinador Técnico coordino también los cursos de la temática de lucha contra la trata y tráfico de personas. Esto supone que tengo que participar activamente en la realización de estos cursos, muchos de los cuáles se realizan en otras ciudades distintas a La Paz.

     

    ¿Cómo es tu relación con la sede de Madrid?

    Éste es un aspecto fundamental dentro de la buena marcha del proyecto. Hay comunicación directa y a diario con Sergio Garrido, que es la persona que dirige toda la gestión económica del proyecto desde Madrid. Aunque tenemos una diferencia horaria de 6 horas entre Madrid y La Paz mantenemos una comunicación muy fluida y diaria, que es muy necesaria para la buena marcha de las actividades. Pero no sólo trabajamos en coordinación con Sergio sino también contamos con el apoyo de Mariano Guillén, Director del Área de Seguridad y Justicia, que nos apoya de forma constante. Otro Departamento clave también en la relación de colaboración entre Bolivia y España es Comunicación. A través de las compañeras divulgamos nuestras actividades en España, que es una función vital no sólo para dar a conocer la realidad de Bolivia y nuestro vínculo con el país a través del proyecto sino también como rendición de cuentas públicas.

     

    ¿Y con tus compañeros en Bolivia?

    El trabajo en equipo y la coordinación del mismo es una piedra fundamental para la buena marcha del proyecto. El equipo está formado por 6 personas. Somos 3 españoles y un compañero francés. Además, contamos con el apoyo de 2 compañeras bolivianas que realizan funciones de administración y de logística y que nos facilitan en todo momento realizar todas las gestiones para traer expertos europeos a las formaciones que llevamos a cabo.

     

    ¿Cómo valoras tu experiencia de trabajar como expatriado de la FIIAPP en Bolivia?

    FIIAPP es una institución con gran experiencia en este tipo de proyectos lo que significa trabajar con personas altamente especializadas. Es una institución además altamente profesionalizada lo que facilita muchísimo el trabajo.

     

    ¿Alguna experiencia o anécdota que resaltar de tu llegada al país?

    El proyecto en un inicio contaba con la participación de 3 instituciones públicas, sin embargo, poco a poco se ha ido incrementando el número de instituciones. En estos momentos trabajamos con cerca de 20 instituciones, incluyendo a sociedad civil. Esto supone un auténtico hándicap en cuanto y tanto a coordinar las actividades, cursos y demás previstas dentro del proyecto. En mi caso, y se puede decir que he trabajado en decenas de proyectos, es la primera vez que me encuentro en esta situación de manejar un abanico tan amplio de instituciones.