• 09 septiembre 2021

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    Posteado en : Opinión

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    La sociedad civil: socia clave en la lucha contra el racismo y la intolerancia

    Las organizaciones y grupos de la sociedad civil (OSC) son esenciales en el campo de la promoción de los derechos humanos, la igualdad y la no discriminación.

    Florencia Gaya, especialista del proyecto ‘Convivir sin discriminación’  y apoyo técnico al Observatorio Español del Racismo y la Xenofobia (OBERAXE), desgrana el papel fundamental que en su opinión tienen las Organizaciones de la Sociedad Civil para construir sociedades más tolerantes y combatir el racismo y la discriminación.

    El valor del trabajo de las OSC y el papel crucial que desempeñan han sido ampliamente reconocidos por organismos internacionales y europeos, quienes sostienen, muy a menudo, la necesidad de generar sinergias y colaborar activamente con estos agentes para conseguir avances significativos en la lucha contra el racismo y la discriminación¹.

    El proyecto “Convivir sin discriminación” financiado por la Unión Europea, en el que FIIAPP participa, junto con la AECID y el OBERAXE, como institución codelegada, comparte esta visión y propósito, apoyando y reforzando las capacidades de las organizaciones no gubernamentales marroquíes que trabajan en el ámbito de la defensa de los derechos humanos para que impulsen acciones o prosigan con su importante labor de sensibilización, de vigilancia y notificación de incidentes racistas y xenófobos, y/o de asistencia a las víctimas de estos hechos.

    Las OSC: socias clave en la lucha contra el racismo, la xenofobia y la discriminación

    Las OSC trabajan con los colectivos más vulnerables susceptibles de sufrir este tipo de actos, conocen de primera mano su situación y necesidades, dan voz a las personas y grupos que sufren la discriminación racial o étnica, les asisten y acompañan en la reclamación de sus derechos.

    Las OSC contribuyen, asimismo, a concienciar a la sociedad en su conjunto, a poner en evidencia el problema, a señalar las múltiples formas en que se manifiesta el racismo y la discriminación racial en distintos espacios y ámbitos.

    Las OSC supervisan las actividades de los Gobiernos, exigen a las autoridades estatales que actúen para corregir las desigualdades y, por su rico conocimiento y experiencia del terreno, ofrecen asesoramiento a los y las responsables políticos y orientaciones guía sobre cuál debe ser el camino a seguir, colaborando, de manera activa, en la formulación de políticas públicas, medidas y estrategias nacionales de acción en esta materia.

    Estas y otras razones las convierten en piezas clave en la lucha contra el racismo, la xenofobia y la intolerancia. Cooperar con las organizaciones de base que están en el terreno, generar alianzas y establecer un dialogo estrecho con las personas y comunidades afectadas por estas prácticas es fundamental para abordar y responder de manera adecuada a las situaciones de racismo, discriminación racial e intolerancia propias de cada país y contexto.

    El papel de la sociedad civil en la lucha contra el racismo y la intolerancia

    En función de su naturaleza, características, tamaño, objetivos, escala o nivel en el que actúan, las OSC pueden desarrollar múltiples tareas para prevenir y combatir la discriminación y la intolerancia. Entre las estrategias y vías de acción que emplean más habitualmente se encuentran:

    La educación, sensibilización y concienciación: a través de campañas de sensibilización y movilización social, de acciones de educación en derechos humanos o de la publicación y difusión de recursos, guías y documentos temáticos en la materia. Estas acciones pueden llevarse a cabo a escala internacional, nacional o local, en solitario o en asociación con otras organizaciones y organismos, y dirigirse a distintos grupos de destinatarios/as (grupos afectados, profesionales clave de distintos sectores, a toda la ciudadanía).

    La formación, capacitación y empoderamiento: las OSC pueden desempeñar un papel primordial en la formación de, por ejemplo, agentes clave (fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, operadores/as jurídicos, profesionales de la intervención social o de la comunicación, profesionales de los centros de enseñanza…) para sensibilizar sobre la realidad del racismo, promover una mejor comprensión de este fenómeno y dotarles de herramientas apropiadas para combatirlo. Pueden, además, empoderar a las víctimas potenciales y a los colectivos que trabajan con ellas para que conozcan sus derechos, las vías y recursos disponibles para hacerlos valer.

    El acompañamiento y asistencia a las víctimas: las OSC pueden proporcionar información y asistencia a las víctimas, asesorándoles y apoyándoles sobre los pasos a seguir para hacer frente a estas situaciones.

    La denuncia: las OSC pueden, igualmente, denunciar o acompañar a las víctimas en la denuncia de estos actos frente a los tribunales (incluido el acompañamiento para litigar frente a estos casos y el llamado litigio estratégico).

    El monitoreo, registro y notificación de incidentes: las OSC pueden desarrollar sistemas de recogida de información sobre incidentes de discriminación, racismo, xenofobia e intolerancia. Pueden recopilar información, investigar, documentar los casos y elaborar informes que den cuenta del estado de situación, de la naturaleza y magnitud del problema. La recopilación y sistematización de información puede servir como herramienta para influir, para respaldar y argumentar la necesidad de cambios en las políticas y/o prácticas existentes.

    El asesoramiento y asistencia técnica: por su valioso conocimiento y experiencia, las OSC pueden prestar asesoramiento y formular recomendaciones y orientaciones a instituciones y organismos públicos y privados.

    La incidencia: las OSC pueden, igualmente, realizar acciones de incidencia dirigidas a las autoridades de distintos niveles para que adopten medidas orientadas a prevenir y combatir estas prácticas, pueden hacer un seguimiento de las políticas y la legislación en materia de igualdad y no discriminación y ayudar a definir y mejorar estas medidas.

    El trabajo en red: además, las OSC pueden trabajar en asociación con otras organizaciones y agentes clave para sacar el máximo provecho, coordinar más eficientemente los esfuerzos realizados y aumentar la eficacia de sus acciones.

    Algunos ejemplos de estas actuaciones fueron presentados el pasado 9 de julio en un encuentro inédito entre organizaciones de la sociedad civil española y marroquí para favorecer el intercambio de experiencias en la lucha contra el racismo y la xenofobia².

    Organizaciones relevantes de ambas orillas como “Movimiento contra la intolerancia”, Asociación Rumiñahui y el Grupo Antirracista de acompañamiento y defensa de las personas extranjeras y migrantes (GADEM) dialogaron y dieron a conocer su visión sobre el modo en que las OSC pueden contribuir y los ejes estratégicos que pueden impulsar para alentar procesos de cambios duraderos en esta materia.

    Escucharlas siempre resulta útil e inspirador: su compromiso sostenido, su conocimiento especializado, sus reflexiones y aprendizajes construidos a lo largo del tiempo actúan como desencadenante, motivan y ayudan a que otras organizaciones y personas quieran sumarse a esta causa.

    Unidas, vamos más lento

    pero lo hacemos mejor

    “Unidas, vamos más lento, pero lo hacemos mejor” o por qué construir alianzas para hacer frente al racismo y la discriminación

    Las prácticas racistas, discriminatorias e intolerantes están profundamente arraigadas en nuestras sociedades. Contribuir a resolver estos problemas es una responsabilidad compartida que exige esfuerzos conjuntos y continuos por parte de las instituciones, las agencias especializadas, los y las interlocutoras sociales, las organizaciones de la sociedad civil y el sector privado.

    En este sentido, existe un consenso de que para hacer frente a estos problemas con mayor eficacia es imprescindible establecer instrumentos y dispositivos de coordinación entre agentes públicos pertinentes, colaborar con las OSC, así como favorecer espacios de trabajo conjunto.

    De aquí la importancia de establecer alianzas, redes o coaliciones para hacer frente al racismo y la discriminación. Principalmente, porque juntas y juntos conseguimos más que por separado, amplificamos el impacto de nuestras acciones, y porque “unidas, vamos más lento, pero lo hacemos mejor”.

    Así lo destacaron, en un encuentro virtual celebrado hace unas pocas semanas³, las representantes del “Servicio de asistencia y orientación a víctimas de discriminación racial o étnica” del Consejo para la Eliminación de la Discriminación Racial (CEDRE) y de la Red Eraberean para la igualdad y la no discriminación promovida por el Gobierno Vasco; dos servicios públicos, uno de ámbito estatal y otro autonómico, que se apoyan en el trabajo de organizaciones no gubernamentales especializadas para la identificación, registro, e investigación de incidentes discriminatorios y para ofrecer asistencia a las víctimas de estos hechos.

    Dos ejemplos de buenas prácticas españolas de trabajo en red en la lucha contra el racismo, la discriminación y la xenofobia, a partir de las cuales pudimos reflexionar sobre las ventajas y desafíos que presentan estos modelos de trabajo colaborativo entre instituciones y organizaciones de la sociedad civil.

    Gracias a sus interesantes aportaciones, somos más conscientes del valor añadido que aportan las OSC a la lucha contra la discriminación y la intolerancia, de la necesidad de aunar esfuerzos que nos permitan complementar el trabajo, mejorar las herramientas y metodologías disponibles para prevenir y erradicar estas prácticas, llegando así mucho más lejos.


    ¹Órganos especializados de Naciones Unidas, así como la Comisión Europea contra el Racismo y la Intolerancia (ECRI), la Agencia de Derechos Fundamentales de la UE (FRA), la Red europea de organismos de igualdad de trato (Equinet) o la Oficina de Instituciones Democráticas y Derechos Humanos (OIDDH) de la OSCE han destacado la función esencial y la importancia de trabajar con las organizaciones de la sociedad civil para responder con mayor eficacia a las manifestaciones de racismo,  xenofobia,  discriminación y otras formas de intolerancia.

    En esta misma línea, más recientemente, el “Plan de Acción de la UE Antirracismo” para el período 2020 -2025, aprobado el pasado 18 de septiembre, subraya e insta a los Estados miembros a dialogar y colaborar más activamente con las organizaciones de la sociedad civil dedicadas a promover la inclusión, los derechos fundamentales y la igualdad y a garantizar que se escuchen las voces de las personas que sufren el racismo a diario y a aprender de ellas.

    ²Encuentro virtual “La sociedad civil y la lucha contra el racismo y la xenofobia en España y Marruecos”, celebrado el 9 de julio en el marco del “Foro para el intercambio de experiencias con la sociedad civil”.

    ³Encuentro virtual para la presentación de experiencias españolas de trabajo en red y cooperación para luchar contra la discriminación racial o étnica, el racismo y la xenofobia, celebrado en el marco del proyecto el pasado 28 de abril.

  • 19 marzo 2020

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    Día Internacional de la Eliminación de la Discriminación Racial

    Florencia Gaya, técnica del proyecto “Convivir sin discriminación en Marruecos”, y experta en igualdad y no discriminación, nos relata por qué el 21 de marzo se conmemora el día internacional de la eliminación de la discriminación racial y nos plantea una profunda reflexión sobre la realidad de la discriminación y el papel de la cooperación para promover la convivencia y luchar contra el racismo.

    El 21 de marzo de este año se conmemora el 60º aniversario de la matanza de Sharpeville (Sudáfrica). Ese día de 1960, decenas de manifestantes pacíficos/as que protestaban contra la Ley de pases[1] del apartheid resultaron asesinados/as a manos de las fuerzas policiales sudafricanas.

    En recuerdo de las víctimas de este sangriento episodio que marcó un punto de inflexión en la historia de la lucha contra la segregación racial se celebra, cada 21 de marzo, el Día Internacional de la Eliminación de la Discriminación Racial.

    Un día para llamar la atención y sensibilizar a la ciudadanía sobre esta problemática, y para poner de relieve que aún queda mucho por hacer para construir sociedades inclusivas en las que la diversidad sea vista como una oportunidad y no como una amenaza.

    La discriminación: una realidad cotidiana para muchas personas y grupos

    Aunque existe una prohibición legal de discriminar, la discriminación, el racismo y la xenofobia forman parte de la vida diaria de muchas personas y grupos.

    Una pareja de origen inmigrante a la que se le niega un trabajo o el alquiler de una vivienda por el hecho de ser extranjeros. Una joven musulmana a la que se le insulta en el metro por llevar “hiyab”. Un joven gitano víctima de acoso por parte de sus compañeros/as de clase debido a su origen.

    Son algunos ejemplos del trato desigual y de los episodios racistas a los que se enfrentan de manera cotidiana algunas personas por su color de piel, pertenencia u origen nacional o étnico.

    Y una de las grandes dificultades radica en que muchas veces los propios actores implicados (autores/as y víctimas de estos actos) ni siquiera perciben estos hechos como discriminatorios, racistas o xenófobos.

    Qué hace falta para combatir más eficazmente estas prácticas

    Hace falta impulsar medidas y actuaciones en distintos planos.

    Necesitamos, en primer lugar, conocer, reconocer y visibilizar el problema. Conocer la forma en la que los grupos discriminados sufren estos actos, medir la magnitud del problema a través de la recopilación de datos, la realización de estudios e investigaciones. Necesitamos generar conciencia pública sobre estas cuestiones.

    También necesitamos que se promuevan y apliquen medidas legislativas más eficaces; que los Estados, como principales responsables de garantizar el derecho a la igualdad y la no discriminación, asuman un compromiso fuerte en este sentido, impulsando instrumentos jurídicos, políticas, planes, programas y acciones para la prevención y la lucha contra estos fenómenos.

    Necesitamos poner en marcha medidas de educación, formación y sensibilización en derechos humanos, que contribuyan a desmontar los prejuicios y estereotipos que están en la base de los comportamientos racistas y discriminatorios, y que pongan en valor y fomenten el respeto a la diversidad.

    Necesitamos escuchar más, mostrar interés y conocer el punto de vista de las personas directamente afectadas, así como dar una respuesta adecuada a las víctimas.

    Necesitamos estrategias para hacer frente a las nuevas manifestaciones de intolerancia y odio que proliferan a través de internet, entre otras muchas medidas.

    La cooperación como herramienta para promover la convivencia y luchar contra el racismo

    La cooperación con otros Estados, organizaciones e instituciones pertinentes puede servir para fortalecer los mecanismos nacionales de promoción y protección de derechos, así como para apoyar las acciones que se están llevando a cabo por distintos actores para promover la convivencia y para luchar contra el racismo y la xenofobia.

    Así, por ejemplo, en el caso de las personas migrantes, los proyectos de cooperación internacional pueden contribuir a reforzar las políticas públicas orientadas a fomentar la integración y a promover la igualdad de trato y la no discriminación; o pueden también apoyar y capacitar a otros actores no institucionales, como las organizaciones no gubernamentales, para que puedan cumplir un papel relevante en este campo.

    El proyecto de cooperación delegada “Convivir sin discriminación: un enfoque basado en los derechos humanos y la dimensión de género”, financiado por la Unión Europea y en el que FIIAPP participa como socia codelegada de la AECID, apunta precisamente en este sentido.

    A través del acompañamiento, el intercambio de experiencias y el conocimiento de buenas prácticas españolas y europeas, el proyecto busca mejorar los instrumentos y las políticas públicas existentes en Marruecos orientadas a prevenir y combatir el racismo y la xenofobia hacia la población migrante.

    Se trata de un proyecto complejo, integral y muy pertinente en el contexto actual, ya que aborda algunos de los ejes y ámbitos de acción fundamentales que los estados deben establecer o reforzar para avanzar hacia la igualdad efectiva.


    [1] La Ley de pases fue una de las medidas impuestas por el régimen del apartheid en Sudáfrica, a través de la cual se establecía el control y se restringían los desplazamientos de la población negra dentro del país.