• 05 junio 2022

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    Perú escucha a sus pueblos indígenas para enfrentar el cambio climático

    Los pueblos indígenas ocupan el 22% del territorio planetario y su papel es imprescindible para el mantenimiento de la diversidad cultural y la biodiversidad, según apunta la UNESCO.

    La naturaleza gestionada por estas comunidades está disminuyendo con menos rapidez que en otras zonas, puesto que realizan una labor de protección del medioambiente a largo plazo a través de un uso sostenible de la gestión y gobernanza de la biodiversidad. Sin embargo, son los más afectados por los efectos del cambio climático.  

    Las tierras que gestionan representan el 28% del carbono almacenado en los bosques a nivel mundial. Anualmente, secuestran una cantidad de CO2 equivalente, de media, al 30% de los objetivos de Brasil, Colombia, México y Perú para 2030. Estos países almacenan el 28% del carbono mundial, pero solo representan el 5,1% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero.  

    El último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) alerta de la pérdida de ecosistemas y de la disminución de producción de alimentos y de acceso a los mismos, lo que ha producido un incremento de la malnutrición y ha afectado gravemente a la economía de estas comunidades indígenas.Las políticas climáticas han ignorado tradicionalmente los conocimientos y saberes ancestrales de los indígenas y, por ello, en la COP26 de Glasgow 141 gobiernos se comprometieron a reconocer los derechos de estas comunidades y sus tierras como elemento fundamental para terminar con la deforestación para el 2030.  Ahora Perú estrena una Plataforma de Pueblos Indígenas para enfrentar el cambio climático.

    Se convierte así en un país pionero en el reconocimiento de los saberes y prácticas indígenas que contribuyen a la gestión integral del cambio climático, conforme a lo establecido en el Acuerdo de París.

    La FIIAPP apoya esta Plataforma

     

    Hablamos con Teresa Aguilar y Álvaro Ovejas, Técnicos de Proyectos en el programa europeo Euroclima+, coliderado por la FIIAPP, que ha apoyado la formación de esta Plataforma. Nos cuentan los retos en la puesta en marcha de esta propuesta y los grandes beneficios que aporta. Un espacio en el que confluyen por primera vez los Ministerios de Cultura y Ambiente de Perú con los pueblos indígenas del país.

    ¿Cómo nace la Plataforma de Pueblos Indígenas de Perú para enfrentar el cambio climático?  


    Teresa: Esta Plataforma nace de la propia demanda del pueblo indígena y aúna a las siete organizaciones indígenas registradas y legalizadas del país. Es un hito en el continente latino porque reúne a pueblos indígenas de diferente casuística, de diferente índole étnica y procedencia.  

    Álvaro: Desde la Plataforma se da voz al pueblo indígena en instancias de gobernanza climática, como la Comisión Nacional. Además, Perú es ratificador del Convenio 169 de la OIT, que establece la obligación de consultar a los pueblos indígenas en todas las medidas políticas y jurídicas que sean capaces de afectarles directamente. 


    ¿Cuáles han sido los principales retos a la hora de poner en marcha esta plataforma?  

    Teresa: El primer reto ha sido el lingüístico. Los diferentes pueblos indígenas no pueden entenderse entre ellos, porque no todo el mundo habla castellano, solamente los dirigentes políticos.   Perú estrena la Plataforma de Pueblos Indígenas para enfrentar el cambio climático y se convierte en un país pionero en este reconocimientoEllos hablan cinco lenguas originarias como el quechua, el aymara, shipibo o awajún. También nos hemos encontrado con el reto territorial. No es fácil desplazarse en un país como Perú y son pueblos que tampoco tienen acceso a la digitalización.  

    ¿De qué manera afecta más el cambio climático a las mujeres indígenas?  

    Teresa: La población indígena, por su origen, es población rural y sus medios de vida dependen de los recursos naturales. Por lo tanto, el cambio climático afecta directamente a su actividad económica.  

     El impacto del cambio climático se agrava y es más desproporcional en las mujeres, ya de por sí discriminadas y vulneradas. Son ellas las encargadas socialmente de la salud alimentaria, del hogar y, al vivir en entornos rurales, sus medios de vida se basan en la pesca, la ganadería, la agricultura o la gestión agroforestal. El impacto del cambio climático degrada su economía, e incluso estamos viendo ya migraciones climáticas ante desastres ambientales producidos por el cambio climático.  

    ¿Cuál ha sido el papel del programa europeo Euroclima y la FIIAPP en la construcción de la Plataforma?  

    Álvaro: Euroclima ha estado involucrado desde el comienzo de este proceso. Comenzó con la consulta previa que se realizó a los pueblos indígenas sobre la Ley Marco de Cambio Climático, en la que se acordó, entre otras disposiciones, la creación de esta Plataforma. Es a la hora de desarrollar la Ley Marco de Cambio Climático cuando se inicia una colaboración directa entre Euroclima y el Ministerio de Ambiente de Perú 

    Por un lado, hemos apoyado el desarrollo de diálogos entre el Ministerio de Ambiente de Perú y las organizaciones nacionales. Y, por otro lado, hemos respaldado el proceso de la creación de todo el marco jurídico normativo e institucional que da encaje a la Plataforma. 

    ¿Por qué a los pueblos indígenas se les conoce como guardianes de la diversidad? 

    Álvaro: El modo de vida que tienen los pueblos indígenas no solamente es muy rural, sino que no precisa de la misma infraestructura que se usa en las ciudades. Su rutina se adapta mucho más al entorno. 

    Teresa: Yo creo que los guardianes de la naturaleza son indudablemente las poblaciones que originalmente se han criado y han vivido en ella. Es su ecosistema y lo conocen a la perfección, es lo que se llama el saber ancestral. 

    Las grandes extensiones de Latinoamérica están ocupadas muchas veces por grandes plantaciones que no están destinadas al alimento, sino al desarrollo económico de entidades privadas. Los pueblos indígenas viven directamente del territorio y, por tanto, esa actividad les afecta directamente.  

    ¿Es esta iniciativa en Perú un referente para otros países de América Latina?  

    Teresa: Perú es ahora un país que otros admiran. Hay países que podrían replicarlo porque la experiencia peruana es escalable. Toda Latinoamérica tiene población indígena, pero hace falta voluntad política. Todo depende de la naturaleza del país y de cómo esa figura indígena es recibida por los gobiernos. 

    También se habla de asociaciones indígenas a nivel regional, como por ejemplo las amazónicas. La Cuenca Amazónica tiene mucho valor a nivel forestal y medioambiental, es el pulmón del planeta y toca varios países. Por ello, ya no estaríamos hablando de una plataforma a nivel nacional, sino transnacional. Cuando hablas con asociaciones indígenas regionales, su sueño es que exista una plataforma que los aúne a nivel regional. 

  • 28 enero 2021

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    Transición Justa ante el cambio climático, ¿qué significa este concepto?

    Transición, ¿hacia dónde? y justa, ¿para quién? Analizamos el concepto y explicamos la contribución de EUROCLIMA+ con Cecilia Castillo, compañera de la FIIAPP y directora de Gobernanza Climática en el programa.

    ¿Qué es la Transición Justa? Vamos por partes.  

    Transición (Sust.): Acción y efecto de pasar de un modo de ser o estar a otro distinto. Así lo define la Real Academia Española (RAE) y es lo que el planeta necesita. Pasar de un modelo económico carbonizado a otro distinto basado en la economía descarbonizada. 

    Pero ¿Qué significa esto?  

    Corría el año 2015, parece ayer, pero han pasado ya 6 años, cuando se alcan un hito histórico en materia de lucha contra el cambio climático, la firma del Acuerdo de París. Es decir, que fue en París donde se tomó una decisión sobre algo de forma común por varias personas. (Así define la RAE la palabra acuerdo). En el caso que nos atañe, la decisión en común la tomaron varios países. Concretamente 180, entre ellos, España, China, Francia o Estados Unidos, que acaba de reintegrarse al acuerdo tras la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca. 

    El Acuerdo de París establece un marco global para evitar un cambio climático peligroso para el planeta y sus habitantes. ¿Cómo? A través del compromiso de los firmantes para que el calentamiento global, es decir, la temperatura del planeta no aumente más de 2 °C y, a ser posible, se limite, como máximo, al aumento de 1,5 °C.   

    Y esto, ¿por qué? Porque sabemos que los efectos adversos del cambio climático vienen del calentamiento del planeta. Un calentamiento provocado por la emisión a la atmósfera de gases de efecto invernadero y a su vez, consecuencia de contar con economías carbonizadas. 

    Por ello, para cumplir con el Acuerdo de París, es necesario pasar de un modelo económico carbonizado a otro distinto basado en la economía descarbonizada Pero, ¿qué significa descarbonizar? Los términos descarbonizar y descarbonización son adecuados para referirse al proceso de reducción de emisiones de carbono, sobre todo en forma de dióxido de carbono. Así lo explica la Fundación del Español Urgente (Fundéu), que no es la RAE, pero está asesorada por ella.  Dice también la Fundéu:  

    Descarbonizar no es lo contrario de carbonizar, verbo relacionado con el carbón, sino que alude al proceso mediante el cual los países u otras entidades tratan de lograr una economía con bajas emisiones de carbono.  

    ¿Cómo podemos realizar esa transición? 

    Según la directora del área de Gobernanza Climática en el programa EUROLIMA+, hay que cambiar la forma en que producimos, la manera en que nos movemos y el modo en que consumimos: ‘La descarbonización se puede alcanzar por distintos caminos. Cada país, en función de sus particularidades, apuntará al objetivo de cero emisiones netas atajando los sectores con más potencial de reducción de emisionestransporte, edificación, industria, agropecuario, bosques y biodiversidad’, afirma la especialista.  Con carácter general, algunas medidas que los gobiernos latinoamericanos ya están tomando son: 

    – Invertir en energías renovables y en eficiencia energética 

    – Reducir subsidios a los combustibles fósiles y redirigirlos a sectores económicos y actividades sostenibles

    – Gravar las emisiones para dar señales claras al mercado (por ejemplo, con el “principio de que el que contamina paga”) 

    – Apostar por transporte eléctrico (público y privado) 

    La transición hacia una economía neutra y la adopción de estas medidas afectan directamente a sectores económicos como la minería del carbón y pueden suponer la disminución progresiva de tantos otros sectores relacionados con la energía o el transporte. Es por ello que realizar esta transición supone una oportunidad, pero también plantea nuevos retos para que el cambio progresivo de un modelo a otro sea socialmente justo, sin dejar a nadie atrás. 

    Por ejemplo, explica la directora de Gobernanza Democrática, ‘el proceso de descarbonización en América Latina puede destruir 7,5 millones de empleos, al dejar de producir electricidad a partir de combustibles fósiles’. Sin embargo,  según un informe realizado de manera conjunta por la Organización Internacional de Trabajo (OIT) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), esta destrucción de empleo no sostenible se compensaría con creces. ‘Se generarán 22,5 millones de empleos en energías renovables, producción de alimentos de origen vegetal, silvicultura, construcción y manufactura’. Algunos ejemplos de estos nuevos empleos verdes son en el campo de la agricultura ecológica, la rehabilitación sostenible de edificios, la gestión de residuos, la protección y restauración de ecosistemas, la eficiencia energética y energías renovables, entre otros.

    Por su parte, la Unión Europea (UE) cuenta con el Pacto Verde Europeo, una hoja de ruta para dotar a la UE de una economía sostenible que aspira a una Europa climáticamente neutra en el año 2050 y que describe las inversiones sostenibles necesarias y las herramientas de financiación disponibles para garantizar una transición justa e inclusiva que genere nuevos empleos relacionados con el impulso a las energías renovables y a los modelos de movilidad y producción más sostenibles y resilientes Además, la UE también cuenta con el Mecanismo para una Transición Justa (MTJ), un elemento fundamental para que el paso a una economía climáticamente neutra se haga de forma equitativa.

    El programa EUROCLIMA+ 

    EUROCLIMA+ es el programa insignia de la UE en materia de sostenibilidad ambiental y mitigación del cambio climático en América Latina. Su objetivo es reducir el impacto del cambio climático y sus efectos en el continenteEl programa trabaja acompañando a países que están ya empezando a abordar la transición justa. El objetivo, mitigar el cambio climático al mismo tiempo que se protege a la ciudadanía y profesionales más vulnerables en el proceso de transformación y recuperación verde a través de la articulación y el diálogo entre los diversos sectores de energía, medio ambiente, trabajo y políticas sociales. 

    Actualmente, el programa prepara la publicación de un nuevo estudio temático, elaborado por Teresa Cavero y Arantxa Guereña para la FIIAPP, a partir del análisis de los avances en la incorporación del enfoque de Transición Justa en las políticas climáticas nacionales, atendiendo al estudio de caso de seis países: España, Chile, Costa Rica, Panamá, Perú y Uruguay.

  • 04 junio 2020

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    Día mundial del Medio Ambiente: contribuciones para afrontar el cambio climático desde América Latina

    La FIIAPP se une al Día Mundial del Medio Ambiente poniendo en valor el programa EUROCLIMA+, un ejemplo de más de 10 años de trabajo para proteger el medio ambiente y combatir el cambio climático

    EUROCLIMA+ es un programa regional de cooperación de la Unión Europea con América Latina, que aborda los desafíos que afronta la región ante las transformaciones que está provocando ya el cambio climático. Su objetivo es reducir su impacto y sus efectos en los 18 países socios, promoviendo la mitigación y la adaptación, la resiliencia y la inversión sostenible en la región. Actualmente, el programa es implementado a través de un consorcio que componen cinco agencias de cooperación nacionales de los estados miembros de la UE -FIIAPP, AECID, GIZ, EF, AFD-, más dos agencias de Naciones Unidas -ONU Ambiente y CEPAL-.   

    La firma del Acuerdo de París en 2016, el tratado promovido por la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático, llamado a la superación del Protocolo de Kioto con más ambición en materia de reducción de emisiones y mayor contención en el aumento de la temperatura (por debajo de 2º, idealmente de 1,5º), exige a los países firmantes el desarrollo de planes nacionales para el descenso en los niveles de emisión de GEI. Estos compromisos se deben plasmar en las Contribuciones Nacionalmente Determinadas -NDC por sus siglas en inglés-, que son revisadas cada cinco años con objeto de impulsar el aumento de esta ambición; la cumbre prevista para 2020 en Glasgow, aplazada a 2021 con motivo de la epidemia de la COVID19, tenía previsto, precisamente, la presentación de estas revisiones nacionales. Asimismo, los compromisos expresados en las NDCs, deben ir acompañados del diseño de planes y políticas climáticas que garanticen su acometimiento, así como mecanismos de transparencia y rendición de cuentas ante el resto de partes de la Convención. 

    Es en esta tarea en la que se inserta el Programa EUROCLIMA+, acompañando el desarrollo de acciones que permitan a los países socios el cumplimiento de los compromisos reflejados en sus respectivas NDCs. Durante estos diez años de andadura, se han puesto en marcha un número importante de acciones y proyectos con objeto de apoyar estos procesos, trabajando a demanda de los países, preservando las relaciones de horizontalidad que caracteriza a la cooperación europea, y promoviendo la cooperación sur-sur, a fin de incrementar el impacto con el aprendizaje entre pares. 

    La labor de la Fundación FIIAPP en este escenario, se ha focalizado en la intervención en cuatro líneas de acción, de las seis en las que actualmente estructura su actividad el programa: Planes y Políticas, Transparencia y Datos, Acción para el Empoderamiento Climático y Género y Grupos Vulnerables. Todas ellas, abordadas desde un enfoque de fortalecimiento de la gobernanza de los países a través del acompañamiento en el desarrollo de sus políticas públicas, que es la seña de identidad de la FIIAPP. 

    Desde FIIAPP, y en el marco de EUROCLIMA+, hemos acompañado el proceso de elaboración del proyecto de la Ley Marco de Cambio Climático de Chile, actualmente en el congreso para su debate y, esperemos, aprobación, apoyando el proceso elaboración, participación y consulta pública que el Ministerio del Ambiente chileno puso en marcha con el objetivo de legitimar la ley y alimentar el propio texto con aportaciones de los diferentes niveles de la administración, sectores y sociedad civil. Además, nos hemos sumado, conjuntamente con GIZ, a apoyar la elaboración de la estrategia climática de Largo Plazo -LTS, por sus siglas en inglés- que el país acaba de presentar, vinculándonos a la componente de Acción para el Empoderamiento Climático -artículo 12 del Acuerdo de París- que contempla la LTS. 

    En la misma línea, desde FIIAPP apoyamos al Ministerio del Ambiente de Perú en el trabajo con organizaciones indígenas. Así, acompañamos la consulta a las comunidades indígenas acerca del Reglamento de la Ley Marco de Cambio Climático, aprobada en enero de este año. Un amplio proceso que profundiza en la necesidad de incorporar la participación de la ciudadanía en los procesos legislativos, y que va a permitir una apropiación mayor por parte de la población, que redundará en la demanda de planes y políticas climáticas a tales efectos y que se materializa en la creación de la Plataforma Climática Indigena, segunda en marcha en la región. 

    Pero además de trabajar en el nivel nacional, hemos apoyado y estamos apoyando acciones que contemplan un abordaje regional, subregional y subnacional. Es el caso del trabajo desarrollado en la generación de escenarios climáticos de la región centroamericana, en el que contribuimos decisivamente al fortalecimiento de los servicios climáticos de estos países para que puedan anticiparse con solvencia a los impactos de los cambios en el clima sobre sus poblaciones y economías. Un trabajo en la línea de la adaptación, que promueve el uso de datos meteorológicos mediante el desarrollo de herramientas de recogida, almacenamiento y visualización, la capacitación en su utilización y la elaboración de modelos climáticos adaptados a cada país.  

    A nivel subnacional, trabajamos en procesos de amplio impacto en reducción de emisiones, con capacidad de escala a nivel nacional. Es el caso de la acción Elaboración de un Plan de Reducción de Emisiones GEI en el sector ganadero de la provincia de Salta, en Argentina, que permitirá la adaptación de uno de los sectores más estratégicos del país a los objetivos planteados por Argentina en su NDC, y que es susceptible de implementarse en regiones de similares características. 

    Por último, la FIIAPP se está destacando en apoyar las acciones que los países estań comenzando a diseñar en materia de Acción para el Empoderamiento Climático -artículo 6 de la UNFCCC, artículo 12 del Acuerdo de París-. Hemos iniciado el mapeo de la región, con la elaboración del Estudio Temático: La Acción para el Empoderamiento Climático y su potencial transformador en América Latina, comenzamos un apoyo a Chile para lanzar su primera Estrategia Nacional de Capacidades y Empoderamiento Climático, y trabajamos apoyando la componente educativa de ACE en Uruguay, de la mano del Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente (MVOTMA) y de la Agencia Uruguaya de Cooperación Internacional.            

    La FIIAPP ha sido además, impulsora y firme promotora de la implantación de metodología que, en su nueva fase, el programa EUROCLIMA+ va a seguir en la relación con los países: el Diálogo País, un proceso de acompañamiento a largo plazo, orientado a la identificación de la demanda; al balance del progreso y apoyo en la actualización de los planes y prioridades para la implementación y/o actualización de las NDC; a la coordinación de la implementación de las acciones de EUROCLIMA+; y al alineamiento de las acciones de EUROCLIMA+ con el diálogo político de la UE con el país. Esta metodología ha sido inspirada en la desarrollada por EUROsociAL+, un programa de la UE para la cohesión social en América Latina que lidera la FIIAPP, así como en el trabajo de la NDC Partnership, de la cooperación alemana. Durante los últimos años, hemos impulsado su desarrollo y pilotaje en cuatro países, junto a la agencia alemana de cooperación GIZ, lo cual nos ha brindado un aprendizaje muy valioso que está siendo fundamental para lograr una metodología de trabajo que traduzca la lógica y la filosofía colaborativa del programa en los resultados que exige el cumplimiento de los compromisos adquiridos con el Acuerdo de París.

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  • 26 marzo 2020

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    La ciclogénesis se llamaba cambio climático

    Conmemoramos el Día Meteorológico Mundial, que se celebra el 23 de marzo, visibilizando las relaciones entre meteorología y cambio climático y el trabajo de EUROCLIMA+ al respecto

    Las lluvias torrenciales o las sequías son fenómenos meteorológicos relacionados con el agua, todos ellos cada vez más extremos en cualquier punto del planeta. A estos y otros fenómenos similares se consagra este año el Día Meteorológico Mundial que, presidido por el lema «clima y agua» pone el foco en los efectos del cambio climático que se manifiestan a través del agua.

    Según datos de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), el ser humano no puede sobrevivir más de tres días sin agua y, en la actualidad, en todo el mundo hay 3000 millones de personas que no disponen de instalaciones básicas para lavarse las manos. Además, sabiendo esto, hay que tener en cuenta que en los próximos 30 años la demanda mundial de agua dulce aumentará entre un 20 % y 30 %.

    Con el objetivo de conmemorar el nacimiento de la OMM, que tuvo lugar el 23 de marzo de 1950 en el seno de la ONU, este día sirve también para poner de relieve la contribución de los Servicios Meteorológicos e Hidrológicos Nacionales (SMHN) a la seguridad y al bienestar de las sociedades. Y, por qué no, para reflexionar sobre la importancia de la meteorología en el contexto global de cambio climático en el que vivimos en la actualidad.

    El agua, un bien común

    Los fenómenos meteorológicos extremos, fruto del cambio climático que estamos atravesando a nivel global, son una de las mayores amenazas mundiales. En concreto, aquellos que se relacionan con el agua constituyen un riesgo máximo por los impactos que provocan, tanto en el desarrollo sostenible como en la seguridad de las personas. Según declara el Secretario General de la OMM, Petteri Taalas, en el comunicado de la organización sobre el 23 de marzo, «los cambios en la distribución mundial de las precipitaciones están teniendo importantes repercusiones en muchos países. El nivel del mar aumenta a un ritmo cada vez mayor debido a la fusión de los glaciares más grandes, como los de Groenlandia y la Antártida. Ello está exponiendo las zonas costeras y las islas a un mayor riesgo de inundación y a la sumersión de zonas bajas”.

    Las crecidas de los ríos o las inundaciones son fuente de paz y de conflicto, pues la mayoría de los ríos y otras aguas dulces son transfronterizas, y las decisiones que un país adopte en relación con la gestión de recursos hídricos a menudo repercuten en otros países. Además, la seguridad alimentaria está muy relacionada con el agua: por ejemplo, la concentración de las lluvias en determinadas épocas del año o en determinados sitios afecta a la agricultura, a los desplazamientos y, en definitiva, a la supervivencia de millones de personas en todo el mundo.

    Buena prueba de la relevancia internacional del lema escogido la encontramos  en el hecho de que el agua y el clima son la piedra angular del Objetivo de Desarrollo Sostenible 6 (Agua limpia y saneamiento) y 13 (Acción por el clima), ambos recogidos en la Agenda 2030 para el desarrollo sostenible y que alberga en su seno las prioridades mundiales para los próximos 10 años.

    Para el proyecto EUROCLIMA+, cada gota cuenta

    Tal y como de forma expresa detalla la OMM, en la actualidad, los datos sobre los recursos hídricos son incompletos y están dispersados, lo que impide en gran medida el trabajo conjunto entre países y la cooperación internacional para poder enfrentarse a retos globales, como el cambio climático.

    En esta línea trabaja el proyecto EUROCLIMA+ de la mano de AEMET en Centroamérica, donde están llevando a cabo, junto a las instituciones de los distintos países, la generación de escenarios climáticos para anticiparse a los impactos del cambio climáticoy planificar medidas de adaptación. En este sentido, el proyecto, financiado por la UE y en cuya gestión participa la FIIAPP, tiene la mirada puesta en prever el impacto, la vulnerabilidad y las necesidades de adaptación al cambio climático.

    La utilidad de los escenarios, en palabras del especialista del proyecto y meteorólogo de AEMET Jorge Tamayo, consiste en disponer de información para saber “qué es lo que va a ocurrir y qué medidas son las que se pueden aplicar”, y que además esta información pueda “ser utilizada por parte de los responsables de la gestión hídrica, para planificar”, por ejemplo “si tienen que hacer mayor número de embalses o tienen que redimensionar los que tienen actualmente, para intentar paliar estos efectos al menos conociéndolos”.

    Trabajar juntos en la adaptación o mitigación del cambio climático es trabajar juntos por un futuro más resiliente, tal y como demuestra EUROCLIMA+.

  • 19 diciembre 2019

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    Más ambición a partir de la COP25

    Alma Martín, técnica de apoyo en el proyecto de Intercambio de experiencias UE-Cuba para la promoción de las fuentes renovables de energía y la eficiencia energética, medita sobre la participación del proyecto en la COP25 y los resultados de la cumbre

    La Cumbre Mundial del Clima COP25 esperaba acuerdos más ambiciosos sobre neutralidad del cambio climático para 2050. El nivel frenético de discusiones y negociaciones de los casi 200 países participantes en la Cumbre no cesó hasta el último momento buscando un consenso, sin embargo, el mercado de emisiones de CO2 y otros temas relevantes se pospusieron hasta la COP26 de Glasgow, prevista para noviembre de 2020.

    Durante dos semanas, representantes de Estados, organismos internacionales, instituciones y sociedad civil han mostrado cifras que no dejan lugar a dudas de la urgencia de tomar medidas: 13.000.000 toneladas de plástico llegan a los océanos anualmente, la acidificación creciente de los mares afecta a la pesca y repercute en la seguridad alimentaria, tres cuartas partes del planeta están amenazadas, más de un millón de especies corren riesgo de desaparecer, los gases de efecto invernadero han batido un nuevo récord, en los próximos 50 años habrá entre 250 y 1.000 millones refugiados medioambientales obligados a abandonar sus hogares. Es cierto: los datos abruman y se necesitan compromisos para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y evitar el aumento de temperatura superior a 1’5 grados.

    Imagen de la zona verde en la COP25

    Sin embargo, la COP25 no quiso quedarse solo en la alarma y emergencia medioambiental, tratando de ofrecer espacios de concienciación, sensibilización y diálogo, abordando el tema medioambiental desde todas las disciplinas: biodiversidad, género, migraciones, urbanismo, industria, finanzas, desarrollo tecnológico, etc. Una amplia variedad de temas para que todas y todos, especialistas y público general, pudieran conocer la situación actual sin caer en el dramatismo y pesimismo, porque todavía es posible actuar.

    En este sentido, la FIIAPP colaboró estrechamente con el gabinete de la Alta Comisionada para la Agenda 2030, Cristina Gallach, apoyando la organización de la COP y promoviendo diferentes actividades, como el panel «Transición energética y oportunidades de inversión económica en Cuba» de la mano de la coordinadora del proyecto Maite Jaramillo, Felice Zaccheo (jefe de la Unidad de Programas regionales para América Latina y el Caribe en la Comisión Europea), Marlenis Águila (directora de energías renovables del Ministerio de Energía y Minas de Cuba), Elaine Moreno (directora general de la Oficina Nacional de Energía en Cuba, la ONURE), Ramsés Montes (director de política energética de la ONURE-Cuba) y Eric Sicart (Fira Barcelona). Dicha actividad se enmarca en el proyecto de Intercambio de experiencias UE-Cuba para la promoción de las fuentes renovables de energía y la eficiencia energética que financia la Unión Europea y gestiona la FIIAPP. En dicho acto, se presentaron los principales elementos del programa y los retos y oportunidades de Cuba para el desarrollo de las fuentes renovables y el uso eficiente de la energía.

    Los países isleños sufren de forma muy directa las consecuencias del cambio climático y son conscientes de la fuerte vinculación que existe entre la protección del medio ambiente y el desarrollo económico y social sostenible. En este sentido, la delegación cubana formada por especialistas del MINEM y la ONURE invitados a la COP dieron a conocer, a través del panel, la política ambiciosa del país de reducir sustancialmente en 2030 el uso de hidrocarburos y las emisiones de dióxido de carbono a través de un aumento progresivo de las fuentes de energía renovables y elevar su participación en la matriz de generación de energía eléctrica.

    Más allá de la COP, la comunidad internacional ha empezado a dar pasos hacia la transición ecológica, pero el reto es hacerlo a tiempo y de forma equitativa y justa, evitando ahondar las desigualdades ya existentes. La responsabilidad del cambio exige políticas públicas de Estados, organismos internacionales y regionales, hacia la descarbonización de la economía, adaptando el sistema actual a los Objetivos de Desarrollo Sostenible y a la Agenda 2030.

    A pesar de que los acuerdos de la COP no hayan sido los previstos, si algo ha quedado patente estos días es el interés de la sociedad española por reforzar la acción climática y avanzar en la neutralidad de las emisiones de CO2. Es tiempo de actuar y de buscar soluciones conjuntas.

  • 05 diciembre 2019

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    Europa y América Latina, juntas contra el cambio climático

    Iosu Iribarren, técnico del área de Estrategia de la FIIAPP, nos da su visión personal sobre la COP25 y cómo afrontar el reto del cambio climático.

    31 de octubre.  No paran de sonar los teléfonos. Y en silencio el «tic, tac» del reloj nos recuerda que es tiempo de actuar. Quedan cuatro semanas para que comience la COP25. Será en Madrid, apenas hay tiempo, y se apodera de todos nosotros una vigorizante mezcla de ilusión, confianza y nervios.

    Chile ha decidido, acertadamente, atender a las demandas sociales, que no pueden esperar. Y como la lucha contra el cambio climático también apremia, triunfa la solidaridad en forma de cooperación y multilateralidad.

    La COP25 es la última cumbre antes de la entrada en vigor del Acuerdo de París en 2020. Estados Unidos ya ha anunciado que abandona el barco y Greta, qué elocuente paradoja, nos cuenta por streaming su viaje en velero hacia la Cumbre. Mientras, la Unión Europea, América Latina y los demás países (hasta 196) se mantienen firmes en su compromiso de completar el artículo 6 – todavía en construcción – para crear un marco común para la compensación de emisiones de CO2.

    En el horizonte se dibujan un futuro neto en carbono y una transición energética global justa. La Agenda 2030 impregna el ambiente, nos marca el camino a seguir y nos ofrece un lenguaje común sobre el que promover – desde Iberoamérica, eso no ha cambiado – un desarrollo sostenible en sus tres dimensiones.

    La semana del 2 y del 13 de diciembre son la ocasión ideal para intercambiar perspectivas y poner en común los retos, las dificultades y las soluciones que, juntos, vamos encontrando para la adaptación y la mitigación del cambio climático. Diálogo político y diálogo de políticas: así, la COP25 será una plataforma para dar voz a América Latina y su agenda de adaptación.

    Los océanos son los protagonistas de esta Cumbre, a raíz del último informe del IPCC. Y es, en este contexto, que el océano Atlántico se presenta como puente para dos continentes unidos frente a los retos del cambio climático. Al pabellón de la presidencia chilena se suman el de Colombia (es la primera vez que el país tiene pabellón en una Conferencia del Clima), España, la Unión Europea  y EUROCLIMA+ para contar al resto del mundo nuestros esfuerzos en materia de cooperación climática.

    México aprobó su primera ley de cambio climático en 2012 y la reformó en 2018, al tiempo que Perú aprobaba su propia norma. Chile y España se encuentran en proceso de aprobación de sendos proyectos de ley y, en Panamá, recién arranca el diseño de su ley climática. Cuba, por su parte, aborda ahora la creciente inclusión de energías renovables en su matriz energética.

    ¿Experiencias similares o distintas? ¡Lo iremos descubriendo a lo largo la COP25! Lo que está claro es que no podemos eludir diseñar, implementar y evaluar las políticas públicas con la reducción de las desigualdades y la búsqueda de una vida próspera para todos en el centro, para un futuro inclusivo y sostenible, sobre la base de un compromiso con el medio ambiente.

    Domingo 1 de diciembre. Está todo listo para la Cumbre. Los teléfonos se calmaron y se vuelven a escuchar las agujas del reloj. Las próximas fechas – 2020, 2030, 2050 – están cerca. Pero el ritmo ya no lo marca sólo el «tic, tac»; desde el pasado día 2 se suman las voces de América Latina y de Europa que se han encontrado más que nunca en la COP25 .

     

    A Alma y Carolina, compañeras de FIIAPP, y al equipo del Alto Comisionado para la Agenda 2030: gracias por vuestra ilusión y vuestras ganas contagiosas.  

     

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